Los hijos de Kennedy

"Es una elegía. Una sonora, doliente y conmovedora elegía. Un grito de desesperación ante el recuerdo del 'paraíso perdido', las ilusiones rotas, la frustración y la memoria de tantas y tantas esperanzas esterilmente movilizadas. Es la gran necrológica de la generación americana de los años sesenta.

Y una noche en que sucedió un pequeño milagro: al admirable texto se unieron unos grandísimos actores y un excepcional director. (…) Y así los actores ponderaron la intensidad naturalista de sus interpretaciones con un serio análisis en profundidad de los tipos: María Luisa Merlo convirtió su personaje en pura transparencia; Gemma Cuervo perdió su hieratismo en aras de una interpretación temblorosa y destructora; Marisa de Leza profundizó en unas vivencias de perfecta organicidad; Valladares flotó como el alma penante que le correspondía, y Pedro Civera fue un prodigio de sarcasmo. Bien saben ellos lo que hicieron, constantemente interrumpidos por las ovaciones de la sala. Había dos personajes más en escena: el barman –Amadeo Sans-, construido con infinita delicadeza, y el pianista –Ángel René-, incorporado a un equilibrio entre la rememoración y la nostalgia.

(…) Mi aplauso fervoroso está hoy con todos, absolutamente todos cuantos integran «Los hijos de Kennedy». La verdad es que a esto es a lo yo, con muchísimo gusto, le llamo una «creación colectiva»" (Crítica de Enrique Llovet en El País)

"Ángel García Moreno ha dirigido, hasta lo minucioso, el trabajo de los actores y actrices para conseguir toda la fuerza dramática de cada uno de los personajes, y los ha movido, además, con escrupulosa exactitud, logrando que sigan vivos cuando el monologuista de turno habla y ellos callan. Muy bien, excelente trabajo de Ángel García Moreno. María Luisa Merlo es la empleadita mecanógrafa a la que se le ha hundido el mundo; Pedro Civera, el homosexual extrovertido y en decadencia; Marisa de Leza, la libertad engañada; Francisco Valladares, el pobre joven enseñado a matar, que no digiere la lección, aunque lo parezca; Gemma Cuervo, la estrella destronada sin haber probado el cetro. Impecable, desgarradoramente íntima la lección que dan los cuatro. Soberbia interpretación." (Crítica de Manuel Gómez Ortiz en el diario Ya).

"Los cinco actores y actrices encargados de los papeles principales pueden alinear sus actuaciones entre las mejores de sus carreras. Voces, gestos, actitudes, fueron impecables. La sinceridad y aptitud dramática de Marisa de Leza, en su mejor momento, el dibujo panerótico de Gemma Cuervo, la ingenuidad 'mass media' de María Luisa Merlo, el desgarro patético de Pedro Civera y la alucinación desengañada de Francisco Valladares –no olvidemos la perfecta colaboración de Amadeo Sans y Ángel René- fueron moldeados por García Moreno con la perfecta elaboración de toque impresionista para que se fundiera en nuestra sensibilidad." (Crítica de Antonio Valencia)